lunes, 11 de octubre de 2010

Los montes de Béter



"Abrí yo misma a mi amado, pero mi amado se había marchado..."


Cartas interminables, conversaciones por Madrid, llegando tarde a donde debería haber llegado a tiempo, dando vueltas aquí y allá preguntando quién ha visto a mi Amado.

Y dónde está. Dónde pace a su rebaño. Porqué se tuvo que ir antes de que me diera tiempo a abrirle la puerta.

Salgo por la noche y me monto en trenes y espero que esté a la vuelta de la esquina y me cubra, por fin, de besos.

Las otras muchachas pasean y me preguntan cómo he sido capaz de perderlo. Y yo balbuceo y vuelvo a correr.

"¡Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos"

Correré hasta darte alcance
correré y correré,
te agarraré y te meteré en mi alcoba:
ésa en la que entraste una vez,
aquí dentro

dentro
dentro

tan dentro...

Porque "mi amado es mío y yo de mi amado..."


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