Mis queridos amigos/as
¡Cristo Resucitó! ¡Feliz Pascua! ¡Aleluya!
Espero que este email os encuentre bien con vuestras
familias y amigos. Como sabéis, estoy aquí en Jordania, en Amman para aprender
el Árabe, este hermoso pero desafiante idioma.
Gracias a Dios, ¡Todo va bien! .Todas las hermanas me
recibieron muy calurosamente y también la comunidad cristiana aquí presente.
Aunque aquí los cristianos seamos una minoría, no somos los únicos creyentes en
un único Dios que nos ama y que siempre es misericordioso. Desgraciadamente,
las noticias que circulan en nuestros telediarios muestran una visión diferente
de la realidad, pues la mayoría de las veces, lo que queda grabado en nuestras
corazones y en nuestras mentes son imágenes de violencia y desesperación.
Mis queridos amigos, con este mensaje quiero compartir con
vosotros una percepción diferente de la realidad. A pesar de que parezca que
nuestro mundo está inmerso en la muerte y la infelicidad sin luz en medio de
toda esta oscuridad, la celebración de este Pascua 2017 puede ser un momento
favorable para recibir esta gracia del Señor. La luz de nuestro Señor
Resucitado nos puede dar el conocimiento y la capacidad de distinguir señales
de vida, de resurrección, de esperanza en medio de la oscuridad y la
desesperación.
Aquí, en Amman, además de mis clases de árabe,
estoy ayudando a algunos refugiados a practicar su inglés. Gracias a Dios,
existen espacios de diálogo ecuménico e interreligioso que nos permiten
realizar estas actividades, como es una biblioteca organizada por las hermanas
seculares de la asociación española del padre Poveda. La mayoría de los
refugiados que vienen a este lugar son de Irak o de Siria. Ellos tuvieron que
huir de la guerra, y Jordania es una país de paso, porque ellos buscan lugar en
el extranjero, donde puedan vivir en paz.
Este proceso de esperar por la
autorización de un país que te reciba es muy lento y la mayoría tiene que
quedarse en Jordania por un periodo de tiempo largo, hasta años. Aquí en
Jordania, ellos no tienen permiso de trabajo y para los jóvenes es difícil
acceder a la Universidad pues es muy cara. A causa de toda esta situación de
guerra, tenemos generaciones enteras paradas sin saber cómo va a ser su futuro.
Pero lo bonito es que a pesar de
todas las situaciones terribles, ellos son un verdadero testimonio de esperanza
en Jesús que los conoce y que les cuida. Para mí, ellos son verdaderos
creyentes practicando en distintas religiones. Deberíais ver la gran comunidad
de cristianos iraquíes que celebran la Eucaristía aquí en Amman, todos los
Domingos por la tarde. Ellos cantan, rezan, están en paz porque saben
que al menos aquí no va a caer ninguna bomba que les reviente la casa.
A parte de estas horas que paso en
la biblioteca, voy a visitar algunas familias con la hermana Pierina, una
hermana comboniana aquí en Jordania. La mayoría de las familias provienen de
Iraq, Siria y Sudán. Desgraciadamente las familias que provienen de África son
las más pobres, pues no se les otorga la condición de refugiados porque,
oficialmente, en Sudán no hay guerra (aunque sabemos que la situación en Darfur
no es de paz). Sí, a veces nuestra memoria es muy corta cuando no vivimos esas
situaciones en nuestra propia carne.
En uno de estos días fuimos a
visitar a una familia sudanesa, un matrimonio joven con trillizos. Os confieso
que mi primer pensamiento fue un pensamiento frío de lógica humana: “Si ya
tienen dificultad para alimentarse ellos mismos, ¿Cómo lo harán con tres hijos?”
Pero después, en mi oración, consigo percibir toda la fuerza de nuestro Dios
que siempre responde con vida (¡y abundante!) a toda guerra y violencia que provocamos
en el mundo. Esta respuesta y manera de actuar de nuestro Dios la veo presente
en la hermana Pierina. Las visitas que hace parecen tan insignificantes y
pequeñas, nuestra ayuda parece tan poco eficiente según nuestros criterios
humanos, pero tan llena de gestos de compasión y de esperanza, gestos pequeños
que nos enseñan que Dios sigue cuidando y sigue necesitando nuestra ayuda para
cuidar de los más vulnerables. Gestos de resurrección.
Bueno, creo que ya he escrito demasiado.
Todo esto es para desearos ¡Feliz Pascua! .Ojalá podamos
percibir esta presencia de Jesús en nuestra propia vida y compartir con todos
los que más lo necesitan. Pero me doy cuenta que es solo a través de nuestra
intimidad con el Señor que podemos percibir todas estas señales de luz y de
vida.
Por favor, seguid rezando por nosotros y sobre todo por
todos los que, en este mundo, necesitan de la luz de Jesús. Y, por favor, si
alguien viene del extranjero, ¡No le demos la espalda! El mundo pasa por un
momento difícil, tantas personas se ven obligadas a abandonar todo por razones
que les sobrepasan… Por favor, ¡Seamos instrumentos de paz, acogida y
reconciliación! Estoy segura de que esto tendrá repercusión muy grande a escala
mundial. Somos el mismo Pueblo de Dios.
¡Feliz Pascua!
Unidos en la oración, en la misión.
Hermana Joana, Misionera Comboniana en Jordania.
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