Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Ap 3,20
Unos 130
jóvenes de toda España provenientes de distintas diócesis y grupos misioneros se
reunieron en Madrid el fin de semana pasado para encontrarse entre ellos y compartir
la pasión por la misión de la Iglesia de salir de la propia tierra y proclamar
al mundo la Buena Nueva. Pero esto no interesa a los medios de comunicación ni
saldrá en un reality como el “Quiero
ser monja” del que tanto he oído hablar estos días.
En este fin
de semana los testimonios tan variopintos, el encuentro e intercambio de
experiencias entre nosotros ha ido confirmando, junto con la Palabra de Dios, que el mundo necesita
descubrir que Dios es Padre, que existe la misericordia. Y qué mejor forma
de hacerlo que siguiendo la invitación del Papa: Con la revolución de la
ternura.
Esta revolución sólo se puede poner en marcha después de haber
experimentado en nuestra propia piel que el corazón de Dios es todo ternura,
que nos busca en todo momento, que es fiel hasta la muerte. Por eso ha sido un
fin de semana que me ha propulsado con fuerza renovada, que me ha animado a
ponerme a tiro de la misericordia de Dios. Cuando me vea alcanzada por su amor
entrañable entonces seré capaz de decirle a Jesús "Señor tú lo sabes
todo, tú sabes que te quiero".
Será entonces cuando, desde el amor,
pueda iniciar sin temor la revolución de la ternura a mi alrededor…Sin miedo a
nada, es Cristo quien me acompaña.
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