martes, 30 de agosto de 2011

Improvisemos un guión definitivo






He perdido sin quererlo los papeles que me diste antes de ayer
Donde estaban los consejos que apuntamos pa´que todo fuera bien

Y ahora estamos camino de la frontera disfrutando a poquitos la vida entera

Así que tengo que encontrarte para verte y que me digas otra vez...

Y necesito una ayudita, una palabra que me pueda convencer
Y cuando me hablas la montaña es más pequeña y no se mueve cada vez
Que dice que cruzamos camino de la frontera, disfrutando a sorbitos la luna llena
Cómo no voy a mojarme, si aquí dentro nunca deja de llover...

Aquí no para de llover



Y si seguimos con el plan establecido
Nos cansaremos al ratito de empezar
Probablemente, no encontremos el camino
Pero nos sobrarán las ganas de volar...

Nuestras ganas de volar



Y que fácil es perderse de la mano, madre mía, agárrate
Que el vacío de ese vaso no se llena si no vuelves tú a querer 
Y pasa cuando estamos camino de la frontera, pobrecita, cansada la vida queda...
Cómo no voy a cansarla, si no paro y nunca dejo de correr
Y si no paro de correr...

Improvisemos un guión definitivo
Que no tengamos más remedio que olvidar
Que acerque todas las estrellas al camino
Para que nunca falten ganas de soñar.


Y suena bien, parece que nos hemos convencido

Solo tenemos que perder velocidad
Hace ya tiempo que no estamos divididos
Algo sobraba cuando echamos a volar...cuando echamos a volar
Y sé que sé, que suena diferente
En tu futuro, en su pasado, en mi presente

Y hemos sobrevivido, aunque no sé bien a qué
Y es que andábamos tan perdidos que no podíamos ver
La alegría que se lleva el miedo
Los buenos ratos al sol de enero
Ver contigo cada amanecer
Pensando dan bi dan bi dan
Dan bi dan bi dan...

¿Qué?Mucha pobreza, ¿no?



Lo hemos leído en el: blog “Huellas”, de la ONGD Madreselva y nos ha gustado tanto, que queremos compartirlo aquí...
Ésta es, quizá, la pregunta que más he escuchado desde que regresé deMozambique después de pasar allí 10 meses. Confieso que mi respuesta, hasta ahora, no era la misma para todos: dependía del grado de interés que mostraran mis interlocutores o, para ser más exacta, del grado de interés que, a mi parecer, tenían los oyentes. Sin embargo, me doy cuenta de que eso no es justo: debo ofrecer la misma respuesta a todos (mi experiencia, al fin y al cabo) y dejar que cada uno forme su opinión sobre el grado de pobreza de la gente con la que he convivido este año.
Es eso lo que voy a hacer, voy a ofrecer una respuesta, a todo el que la quiera, sea quien sea. ¿Quieres conocerla? Puede que mi respuesta baste y te quedes tranquilo: ahora sabes un poco más del mundo y de cómo viven otros. Está bien. O puede que surjan muchas otras preguntas sobre la realidad de la que te hablo, sobre la realidad en la que tú vives, sobre ti mismo y tu relación con el mundo… ¿Aceptas? Allá voy.
El salario mínimo en Mozambique, según tengo entendido, está fijado por el gobierno en 2500 meticais al mes (unos 50 euros). Conocí a gente que cobraba esa cantidad en la ciudad, pero no en el campo. Allí, los sueldos de la gente que conocía iban desde los 600 (12€) a los 1500 mt (30 €). Ese dinero, les sirve para comprar un saco de arroz por 600 mtn, pan, y té para el desayuno, algo de verdura o fruta de vez en cuando en el mercado, jabón para lavar la ropa y “tomar baño” y quizá para comprar un kilo de azúcar con el que “animar” el té. Toda la familia suele depender de un único sueldo (si existe).
Así, no he visto morir a ningún niño o niña de hambre pero sí he visto cómo muchos de ellos y sus familias comían lo mismo día tras día, sin posibilidad de elegir menú, ajustando bien las provisiones para racionar los sacos de maíz, cacahuete y judías que habían conseguido recolectar en sus “machambas” (huertas) tras la época de lluvias.
He visto pasar frente a la casa de las hermanas a muchas mujeres y niñas con “baldes” en sus cabezas, en busca de agua para cocinar y limpiarse y he compartido con ellas cómo día a día aumentaba la preocupación por la falta de lluvia. Los kilómetros que debían recorrer para encontrar agua también aumentaban por cada día sin llover.
Todas las personas que conocí tenían un techo bajo el que dormir. Algunos de ellos, eran los propietarios del mismo. Otros, eran sus hijos e hijas, parejas, madres, padres, hijastros, hijastras, sobrinos, sobrinas, primos, primas… Dos habitaciones, no mayores que una cama de matrimonio, bien podían albergar el sueño de diez personas. Cada vez era más frecuente tener la posibilidad de hacerse con un colchón, pero lo más común era que durmieran en camas tradicionales de cuerdas (las mismas que servían como asiento de las visitas en el “quintal”) o en esteras de palma extendidas sobre el suelo.
Aquellos que no tenían casa, tarde o temprano encontraban a alguien que les dejaba dormir en la suya, a cambio de colaborar en las labores del hogar o en el cuidado de los niños de la familia. Aunque esto era una solución temporal que les obligaba acambiar de hogar muy a menudo (con la consiguiente preocupación por buscar dónde dormir).
A veces, también, eran las familias quienes buscaban a sus hijos e hijas otras casas en las que vivir como criados.
Hablando de educación, la media de alumnos por aula era de 50 y en el curso inicial de primaria, podían convivir alumnos desde 5 a 14 años. Todos ellos, en educación primaria, tenían acceso a los libros de texto de forma gratuita, pero rara vez esos libros conseguían llegar al final del año en buenas condiciones: en parte, por el descuido de sus dueños; en parte, por falta de una buena “pasta” en la que trasportarlos; en parte, porque eran alimento de los ratones en sus casas.
Las escuelas que conocí tienen sólidas paredes, aunque por el tejado fácilmente se cuela el agua en la época de lluvias (al inicio de curso) y no tienen ventanas. Las páginas se pasan solas, los lápices ruedan por las mesas y los papeles vuelan en los días de viento…
En una ocasión (y me consta que no fue la primera vez), tuvieron que hacer un examen oficial a la sombra de una “mangueira” (un árbol) por falta de aulas.
En cuanto a salud, decirte que el lugar en el que pasé la mayor parte del tiempo disponía de un hospital recién construido y con un equipo médico muy competente (según la opinión de la doctora de una ONG suiza que colaboraba con ellos). Diariamente eran atendidas allí miles de personas, de todo el distrito. El diagnóstico más común: “no tienen sangre” (esto creo que me dará para otro artículo). Para recuperarse, en los casos de “sin sangre” más graves o para las operaciones, era necesario que un familiar donara dos litros de sangre al hospital o bien que desembolsaran el dinero para comprar la sangre necesaria para la intervención (no sé a cuánto estaba el litro).
Hasta hace un año, la electricidad no llegó a la zona. Ahora, poco a poco, va llegando a las casas, llevando la luz y también la radio, la televisión, aparatos de música y la posibilidad de cargar los móviles. Es cierto, sí, hay personas capaces de privarse de algunas comidas para conseguir comprar algún aparato. También te cuento que es normal tener un móvil, pero también es frecuente es no tener nada de crédito en él.
Como ves, traté de hablar sólo de aspectos económicos y sociales. Podría seguir contándote muchas más cosas, pero creo que es suficiente para que, ahora, emitas tu propio juicio y, o bien te quedes ahí, con tu opinión y tus conocimientos, o bien continúes.
Por mi parte, estoy abierta a ayudarte en lo posible a responder a esas nuevas inquietudes que pudieran surgir, aunque lo que deseo, de verdad, es que junt@s construyamos nuevas preguntas y, también junt@s, demos respuestas. Uno sólo no puede cambiar el mundo, pero tal vez unos cuantos…

 Miriam Piqueras es maestra de Educación Infantil en Lugo, y ha sido voluntaria en Mozambique.

lunes, 29 de agosto de 2011

En el hospital de Gidel



Santi es un amigo nuestro (parte también del grupo de jóvenes que nos hemos reunido a lo largo de este año en Madrid) médico, que ha ido hasta los montes Nuba en Sudán para dar una mano en el hospital de la misión de Gidel. Regresará en los próximos días. Estas han sido sus vacaciones...

Estamos bien, todos. Fue complicado llegar, pero la diócesis tiene mucho empeño en mantener su presencia aquí, así que finalmente tiene pilotos dispuestos, y alguna pista donde aterrizar, ahora que la de Kauda, por varias razones, no se puede usar. El hospital está hasta arriba, fundamentalmente por los heridos en los bombardeos. En cuanto a estos, es muy variable, pararon hace tres semanas (no se sabe por qué), y la semana pasada se reiniciaron, aunque con mucha menos intensidad por lo que cuentan (yo llegué aquí hace solo 10 días). Bashir ha declarado que quiere un alto el fuego, pero ayer mismos volvimos a ver los antonovs en el cielo, nadie le cree. 

 Las hermanas están bien, tranquilas y fuertes. La verdad es que los que les preocupa a ellas y a todo el mundo no es una bomba, pues estas realmente son muy erráticas y las tiran a boleo y esporádicamente, pues lo que quieren con ellas no es ganar la guerra, sino aterrorizar a la gente para que huyan de esta tierra o al menos, no planten. Lo que preocupa, por el contrario, es el hambre que ya hay (¡mucho!) y sobre todo el que se avecina, pues la gente se esconde o huye y no se ha plantado ni un 20% de lo que se hizo el año pasado, y eso que aquello ya fue, como se ve hoy, muy muy poco. Y el aislamiento total. Están cerrados con barreras militares todos los accesos, y no acceden ni las agencias humanitarias. hay cascos azules egipcios en Kauda, pero no salen del compound y son vistos, con probable buen criterio, como enemigos y espías.

 El precio de todo lo básico se ha disparado por 10 y 20 (una pastilla de jabón es IMPOSIBLE de encontrar, y quien la vende lo hace por 10 dólares!!!. Un saco de sorgho ha pasado de 30 dolares a 350). La diócesis sigue enviando aviones con suministros, medicinas, etc, pero es variable y depende de la lluvia, porque la pista que tienen que utilizar es un barrizal. No se sabe cuando el WFP volvera a volar, dejaron comida antes de irse, pero es muy poco.

El día a día tranquilo, tampoco el trabajo es excesivo porque la lluvia limita algunos días el acceso al hospital. Los expatriados contratados (enfermeras) fueron evacuados, pero ahora comprenden que fue una medida probablemente excesiva, porque insisto, la situacion es tranquila en general, al menos en esta zona concreta (más al sur, entre Kadugli y Talodi, hay algunos combates, pero en esta zona más alta, y más en plena lluvia, es materialmente imposible una invasión armada, y el SPLA está muy fuerte. Es por eso por lo que sueltan bombas, porque saben que no pueden, de momento, hacer otra cosa). La parroquia se llena los domingos. El pasado fue una fiesta porque se celebraba el aniversario del hospital y vino mucha gente. Estuvieron bailando toda la noche. Como en las ultimas semanas el ritmo de bombas bajó tanto (en julio fue lo peor) la gente, según dice, está más tranquila. Lo malo es que es imposible saber qué tiene Bashir en la cabeza, cualquiera sabe.

Ya les dí abrazos y recuerdos de vuestra parte a las hermanas. Están aquí Mari Carmen y RocÍo (mejicanas) y Angelina (ugandesa). En nairobi está Amal, porque era la responsable de las escuelas y están cerradas (no se sabe aún como evolucionará eso). Ví a a la superiora regional, sister Giovanna, tambien en Nairobi.

Tengo que ir pensando en volver porque vuelo a Madrid el 14 y llegar a nairobi desde aquí puede llevar tiempo, por la lluvia y lo variable de los vuelos. imagino que saldre a primeros de la sem que viene, para tener margen. Quedará en una visita de un amigo, nada más, pero aún así nos ha merecido muchísimo la pena. No puede expresarse facilmente.

Un abrazo enorme

Santi

¡Seguimos aquí!



Aunque parezca que hemos desaparecido del mapa...no, seguimos aquí :) Los preparativos antes de la JMJ y vivirla ha sido incompatible con sentarse delante del ordenador a poner algo por escrito (¡y no será porque no nos han pasado cosas esos días tan intensos!)

Estos son mis últimos días de vacaciones, pero no me resisto a colgar algunas fotos al menos de los días vividos en la JMJ, en la que nos reunimos los jóvenes de Portugal y los españoles por una misma pasión...¡la Misión!

Conociéndonos el primer día
El equipo "español" en el Macro-Festival de VEN+ID



Antes del chaparrón en Cuatro Vientos

Y el "equipo portugués" viviendo la JMJ
Cantores...hasta en el metro


¡Portugal y Madrid en el corazón!






sábado, 13 de agosto de 2011

La vida florece en medio de la violencia



En varias ocasiones hemos compartido la destrucción que nuestro pueblo Nuba está sufriendo en este tiempo, pero ahora nos gustaría mencionar algunos signos de vida que son nuestra fuerza para seguir adelante.

Me deleita el empezar a escribir estas líneas con el sonido de la lluvia. Sí, la gente estaba preocupada porque la estación de la lluvia se estaba tardando y decían: "Ésta estación de lluvia no es buena y nuestros campos están sufriendo, sin embargo esperamos en la providencia divina". Sí, la gente espera por las manifestaciones de Dios y esta tarde nos habla de Él ya que ésta es la quinta lluvia en dos semanas...¡Las plantaciones de maíz, sorgo y cacahuate gozan de la lluvia!

La lluvia nos trae dos bendiciones: la primera es que reune a la gente para trabajar en unidad. Familiares y vecinos limpian la tierra y riegan las semillas. En estos momentos de trabajo en el campo los campesinos comparten sus alegrías, preocupaciones y esperanzas. En este tiempo de guerra la ayuda comunitaria es muy importante para sentir que todos ellos comparten la misma situación política y social.

La segunda bendición que la lluvia trae a esta tierra es que cuando llueve cesan los bombardeos aéreos.

En el hospital local hay también signos de vida. Los heridos traídos al hospital desde que la guerra empezó (5 de Junio del presente) hasta hoy son 292; de estos heridos sólo 3 fallecieron. Los bombardeos no distinguen entre los soldados y los civiles, por eso es frecuente ver niños heridos, mujeres y ancianos entre los soldados atacados.

En este momento la sala de hombres tiene 212 pacientes, la mayoría de ellos heridos en la guerra. Sor Angelina, la jefa de enfermeras comenta: "Veo algo que no había visto antes: la gente se desfigura. Las personas traídas al hospital llegan con serias heridas de bala en el pecho, cerebro y huesos...caras destrozadas y cuerpos paralizados. Según los médicos, los pacientes que son traídos al hospital en tales condiciones dificilmente sobrevivirían pero aquí se palpa la acción de Dios que permite su recuperación. Algo bonito: caras sonrientes se aprecian cuando los pacientes empiezan a sentir su recuperación. ¿Y qué decir de los pacientes que se recuperan totalmente? Su gratitud hacia Dios es enorme de tal manera que la expresan en gritos de júbilo y cantos de alabanza. Aquellos que perdieron algún miembro de su cuerpo salen contentos pero deseosos de obtener una prótesis que supla el miembro perdido.

Las comunidades cristianas de las diferentes capillas de la parroquia llegan al hospital para visitar a los heridos. Aunque si la guerra ha disminuido la adquisición de jabón, azúcar, sal y otros los cristianos comparten lo poco que tienen con los enfermos. Llegan con comida también y se ponen a bañar a los heridos. Estos servicios son muy apreciados por todos. La visita de esta gente generosa concluye con un momento de oración preparada por un sacerdote o el catequista. "Benditos de mi Padre, porque cuando estuve enfermo, me visitaron..." (Jesús)


Sor. Mary Carmen, Misionera Comboniana en Sur Sudán

viernes, 12 de agosto de 2011

Tragicomedia


Basta decir un par de veces lo trágica que es tu vida y encontrar a alguien que te tome en serio, para que empieces a pensar que tal vez no es tan grave.

(Cosas que pasan cuando la JMJ está a punto de llegar y los amigos asoman por la puerta, gracias a Dios)

jueves, 11 de agosto de 2011

La Gloria de Dios


"Los antiguos cristianos decían: la gloria de Dios es el hombre que vive. Nosotros podríamos concretar esto diciendo: la gloria de Dios es el pobre que vive... Y creemos también que poniéndonos del lado del pobre e intentando darle vida, sabemos en qué consiste la eterna verdad del Evangelio."

Monseñor Óscar Romero
Intervención en la Universidad de Lovaina,1980

Un oasis de vocaciones

El grupo de jóvenes de la familia comboniana vamos a acoger a un grupo de madres dominicas del convento de Santa Ana, Murcia, durante estos días. Se unirán a nuestras actividades y compartiremos todos juntos los eventos de la Jornada Mundial de la Juventud. En Vida Nueva han explicado cómo ediciones anteriores de la JMJ cambiaron para siempre su vida.


sor Inmaculada
En el Convento de las Monjas Dominicas de Santa Ana en Murcia, hay varias vocaciones que surgieron en las JMJ.

Sor Inmaculada y sor Isabel María descubrieron su vocación a la vida contemplativa en Santiago, en 1989; mientras que sor María Belén lo hizo en París, en 1997.

“Descubrí mi vocación en Santiago de Compostela cuando tenía 17 años. Juan Pablo II nos dijo con mucha fuerza: ‘No tengáis miedo a ser santos’. Y nos presentó la figura del Hermano Rafael, al que yo no conocía. Luego en un encuentro con mi comunidad, con Kiko Argüello, pidieron vocaciones. Mi corazón estaba dispuesto con todo lo que había recibido de la JMJ y dije que sí para entrar en un convento”, cuenta sor Inmaculada.

Por su parte, sor Isabel María reconoce que “no sabría decir qué hecho concreto” le hizo descubrir la voz de Dios que le llamaba a entregar su vida.

sor Isabel
“Durante todo el año me habían pasado una serie de cosas que yo no entendía, pero que iban trastocando mi escala de valores; después comprendí que, sin darme cuenta, Dios me había preparado interiormente para escuchar su voz y para responder con prontitud. Al año siguiente entré en este convento, en el que vivo feliz como el primer día”, responde a través del correo electrónico.

Sor Inmaculada sí estará en Madrid, en el encuentro con el Papa en El Escorial; sor Isabel María, no. Lo seguirá por televisión. Sor María Belén de la Inmaculada, de 41 años, también estará en la localidad madrileña, aunque no sabe si podrá entrar o no, porque supera la edad establecida.

Ella entró en la comunidad de las dominicas de Murcia hace diez años tras rechazar una oferta de trabajo buenísima. “Me pusieron el mundo a mis pies con una oferta de trabajo muy buena, pero, ante el amor de Jesucristo, todo lo estimé, y lo estimo, basura, como dice el apóstol san Pablo”.

La primera vez que sintió la llamada de Dios fue en París, aunque no respondió en ese momento. Venía de una fuerte conversión, tras 10 años fuera de la Iglesia y sin querer saber nada de Dios, y se sintió “indigna de ello”. “Me invadió un gran miedo y no respondí”, afirma.

Fue en 2000, en Roma, cuando sí lo hizo. “El escuchar que Dios me amaba como yo era cambió totalmente mi vida. Experimentar el amor de Dios es lo único que cambia la vida y cuando una va descubriendo que Dios lo da todo y que no quita nada se da cuenta de que el único tesoro y lo único que da la verdadera felicidad es Dios”, añade.

Las tres coinciden en la dificultad para explicar al mundo de hoy su opción. También en que la JMJ cambia la vida, en algunos casos, radicalmente. “Claro que la cambia, a mí me la cambió radicalmente. Pero tiene que ser algo muy fuerte y no solo la emoción del momento. Y hay que crecer en la fe”, añade sor Inmaculada.

Los motivos del hambre en el mundo

miércoles, 10 de agosto de 2011

Preguntas




¿Dónde está el límite a la hora de preguntar?¿dónde tiene una que pararse para aceptar el Misterio?¿cuándo es lícito querer saber y cuándo hay que callar ante Dios? ¿cuándo tengo que pelear y cuándo dejar de hacerlo?¿ qué separa el límite entre la rabia por la injusticia y el pensar que no vale la pena luchar por ellas, que el mal parece que se lo come todo? ¿por qué es tan fina la línea que separa lo sublime de lo ridículo? ¿por qué las buenas intenciones acaban mezcladas con asuntos mezquinos?

¿Cuándo se aprende a no preguntar más de lo necesario?

Acabamos por vencerte





«Ámame más, Señor, para quererte».


Búscame más, para mejor hallarte.

Desasosiégame, por no buscarte.

Desasosiégame, por retenerte.


Pódame más, para más florecerte.

Desnúdame, para no disfrazarte.

Enséñame a acoger, para esperarte.

Mírame en todos, para en todos verte.


¡Por los que no han sabido sospecharte,

por los que tienen miedo de encontrarte,

por los que piensan que ya te han perdido,

por todos los que esperas en la muerte,

quiero cantarte, Amor, agradecido,

porque siempre acabamos por vencerte!

Pedro Casaldáliga

jueves, 4 de agosto de 2011

El viajero perfecto




"El buen viajero no sabe a dónde va, el viajero perfecto no sabe de dónde viene" 

Ling-Yutang


"Apenas puedo concebir yo actitud más opuesta a la mía, de toda la vida, de fijar objetivos y determinar ideales, valorar esfuerzos y calcular riesgos, escoger medios y estudiar tácticas, examinar el pasado y planear el futuro, preguntar de dónde vengo y responder en fe a dónde voy; y sin embargo, al leer estas palabras, casi de otro planeta, siento que me florecen los huesos, que algo muy dentro de mí se regocija irremediablemente, que un eco irresistible se despierta vibrando en mis entrañas, que una llamada distinta me invita a explorar otras actitudes y recorrer otros caminos con promesa de aventura y alegría en horizontes nuevos, que aún queda mucho por aprender y mucho por entender del amplio tesoro de la sabiduría y experiencia de los hombres, y que tengo la suerte de saberlo y quererlo y lanzarme en caravana imprevista por las rutas del nuevo pensar."

Carlos G.Vallés, sj de "Dejar a Dios ser Dios"

Fotografías




Ayer, recopilando materiales para "este nuestro blog", tuve la suerte de pasar un par de horas viendo fotos antiguas de la misión y de un buen puñado de combonianas españolas.

Es una sensación extraña de descubrimiento, asombro y reconocimiento a la vez porque con algunas ya he convivido o compartido muchas horas. A los que aún somos jóvenes nos cuesta imaginar que los mayores también lo fueron un día, y que han tenido vidas de lo más variopintas, apasionadas, con sus dudas, sus miedos, sus trabajos (tan distintos a los de ahora...) y que han vivido durante años en África, en Oriente Medio o en Lationamérica. Y, curiosamente (y aunque sepa que uno suele poner "cara de foto" en las fotos) todas me parecieron radiantes y satisfechas en el lugar en las que las fotografiaron.


Algo que siempre he admirado de las misioneras mayores es su capacidad para lanzarse a este tipo de vida, sobre todo cuando la mayoría no había salido antes de su pueblo y las posibilidades de conocer el mundo "de ahí abajo" eran más bien remotas o, en todo caso, tamizadas por los relatos un tanto hagiográficos que pudieran contarles algún párroco o alguna revista de misiones. Simple y llanamente, se fiaban. Me imagino el impacto que podía suponer aterrizar a principios de los setenta en el Zaire o en Etiopía.

Hoy pedimos y hacemos un millón de experiencias para asegurarnos bien...y aun así, seguimos dudando y somos incapaces de soltar amarras y confiar. Nunca nada nos parece lo suficientemente bueno y lo intentamos otra vez, a ver si la siguiente experiencia es la definitiva, reveladora y con un resguardo de garantía que nos permita devolverla a la tienda, si no nos convence.


martes, 2 de agosto de 2011

+ conscientes, - vulnerables




Hace ya dos años que me encuentro en Kenya y estoy en la misión de Amakuriat en el Norte de Pokot. La vida por aquí transcurre a un ritmo completamente distinto al del resto del Norte del mundo. Cada día es un nuevo día que guarda para la gente muchas sorpresas. Después de la estación de las lluvias que, por desgracia no ha traído mucha agua, los campos y las cosechas no han ido demasiado bien: la gente esperaba una buena cosecha pero se ha encontrado con poco o nada. Así que nada de provisiones y nada de reservas para el año. Ahora estamos en el gran periodo de sequía, en el que no se puede cultivar y la gente va en busca de agua para calmar su sed y la del ganado.

Son días de gran calor y se escucha el sonido del viento que envuelve los árboles y lleva consigo toda la arena que encuentra en su camino. En este ambiente tan árido, donde lo que los ojos ven es solo desierto, hay un pueblo que continúa viviendo a pesar de las grandes dificultades que cada día debe superar. Un pueblo, los Pokot, que no son conocidos y ni siquiera considerados, pero que forman parte de las muchas tribus de Kenya. Un pueblo nómada, que para salvar el ganado tiene que estar siempre en viaje en busca de agua. El ganado para ellos es como para nosotros tener una cuenta en el banco, es su propiedad y riqueza que protegen y custodian siempre. Si un cabeza de familia no tiene muchas ovejas, no es digno de bendición y no puede tomar para sí otras esposas.

Ciertamente el problema del agua es muy serio. Hay algunos pozos esparcidos por el territorio, pero no son suficientes para toda la población. Las mujeres, que son las que llevan adelante la vida de la familia, están obligadas a caminar muchos kilómetros para llevar a casa una lata de 5 litros, y no solo eso sino que tienen que hacer horas y horas de fila. Un día entero para una sola lata de 5 litros de agua para toda la familia. La vida procede a paso lento pero sostenido, y yo que estoy aquí con ellos, trato de ir a su paso.

Cada día me doy cuenta de que en la diversidad que nos caracteriza hay una sabiduría de fondo que nos une y nos capacita para la escucha y acogida. No os escondo que el “shock cultural” es grande y me parece estar atrás al menos 2000 años, por el modo en que viven en los poblados, por sus tradiciones y culturas y como ,con frecuencia, están cerrados en su mentalidad de pastores.

Los Pokot, son un pueblo de pastores que dedica toda su vida a la cultura de las vacas y cabras que son para ellos su heredad y la dote para dar a la familia de la esposa. Muchos de ellos son polígamos, tienen más de tres mujeres con un número ilimitado de niños que por desgracia viven abandonados a sí mismos. En efecto para ellos lo que importa es tener el mayor número de hijos posibles pero no se preocupan por su educación y salud. Un niño aquí, cuando comienza a caminar (a los dos años) es considerado autónomo, y ya no lo sigue la mirada atenta de la mamá porque ella tiene ya otro de amamantar y otro viene en camino.

Sí, las mujeres en este rincón del mundo son verdaderamente explotadas, usadas solo como fábricas de hijos y trabajo, ni tienen ni voz ni dignidad. Lo que estamos tratando de crear entre las mujeres es una sensibilidad a toda la situación que las rodea. Con frecuencia, los enormes problemas que viven, sólo son vistos por nosotros que estamos fuera de su cultura... pero cuando lo discutimos las mujeres no alcanzan a verlo en su vida: para ellas todo es normal, han crecido en este ambiente con estas tradiciones y no ven otra cosa distinta, ni sienten la necesidad de cambiar los ritos que arruinan su vida o incluso la amenazan hasta llevarla a la muerte.

Es un trabajo largo que requiere paciencia, sobre todo requiere mucha apertura en acoger lo que ellas viven a su modo y tratar de ayudarlas y transformar desde dentro sus situaciones. Cada vez me doy más cuenta de que verdaderamente vivir esta vida misionera exige mucho y en particular me siento desafiada a reconocer en todo lo que me circunda la vida y el sentido por el que Dios continúa creyendo en el trabajo de los misioneros y misioneras en estas tierras tan abandonadas donde lo que se ofrece es muerte y dolor, donde la vida tiene un precio demasiado alto para ser vivida con dignidad y donde desaparecen todos los ideales y las utopía de hacer misión como héroes.

Cada día estoy aquí, luchando conmigo misma para buscar nuevos caminos de encuentro y de diálogo con esta gente, me interrogo y me dejo tocar por sus vidas e historias. Cada rostro de mujer y de niño lleva en sí el peso de una vida, a duras penas vivida, el dolor de no saber si mañana será para ellos un nuevo día de vida o si todos los esfuerzos que hacen los llevaran a un futuro mejor para todos . También ellos en su vida tratan de hacer lo mejor que pueden, pero las limitaciones son tantas, sobre todo a nivel cultural donde están todavía muy influenciados por los ritos y tradiciones, que no los dejan libres. La pobreza presente es una pobreza de pensamiento, de mentalidad y es esta pobreza que los mata, no el hambre.

Podremos ser admirados y amados cuando les damos de comer y llenamos los estómagos vacíos de muchos, pero no los ayudamos a crecer como personas responsables de sus vidas y de su futuro. Podemos poner nuestra conciencia en paz, haciéndoles llegar ayudas para derrotar el hambre y la miseria, pero no basta, porque la pobreza está en la mentalidad de la gente y en su vivir cotidiano que espera siempre que los demás les ayuden y así se someten a todo incluso a perder su dignidad.

Vivir la misión que Cristo nos ha confiado es saber denunciar y anunciar que un mundo distinto es posible, que cambiando se puede crear un nuevo estilo de vida que ayude a todos a vivir con dignidad y respeto. Cristo nos enseña el camino a seguir, que seguramente no es el más cómodo, pero sí el más eficaz. Se necesita tiempo para que la gente pueda comprender lo importante que es mandar a los hijos a la escuela en lugar de mandarlos a pastorear el ganado, de cómo gracias a la educación pueden abrir sus mentes y acoger lo nuevo que los ayuda a abrir nuevos caminos de vida y de transformación para su bien.

El camino es todavía largo pero está la esperanza que alimenta y que hace posible, para nosotras combonianas, ir adelante sabiendo que con nuestro ejemplo y con nuestro estar con ellos, nos hacemos cargo de sus sufrimientos y de sus alegrías y que el sueño de Comboni continúa a estar vivo en esta tierra tan olvidada, entre un pueblo desconocido a los ojos de muchos. La vida misionera trae consigo el misterio de ser y de sentirse, las más de las veces, como una “piedra escondida” que tal vez nunca verá la luz pero que sostiene y forma parte de un edificio que Dios trata de construir con nuestras vidas en estas misiones de periferia y frontera donde lo que cuenta es estar y saber permanecer, con el corazón lleno de pasión y amor.

Cada día es un don que engendra nueva vida y me invita a dar gracias a Dios por las maravillas que continúa cumpliendo y por los pequeños milagros presentes en la vida de este pueblo Pokot.

En la ternura de Dios que es Padre y Madre os saludo y con el pueblo Pokot me encomiendo a vuestra oración.

Sor Kathia Di Serio

Misionera Comboniana


Ahora



Ahora que la noche es tan pura,

y que no hay nadie más que tú,

dime quién eres.


Dime quién eres y por qué me visitas,

por qué bajas a mí que estoy tan necesitado

y por qué te separas sin decirme tu nombre.


Dime quién eres tú que andas sobre la nieve;

tú que, al tocar las estrellas, las haces palidecer

de hermosura;

tú que mueves el mundo tan suavemente,

que parece que se me va a derramar el corazón.


Dime quién eres; ilumina quién eres;

dime quién soy también, y por qué la tristeza

de ser hombre;

dímelo ahora que alzo hacia ti mi corazón,

tú que andas sobre la nieve.


Dímelo ahora que tiembla todo mi ser en libertad,

ahora que brota mi vida y te llamo como nunca.

Sosténme entre tus manos; sosténme en mi tristeza,

tú que andas sobre la nieve.

Himno de La liturgia de las horas

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